27 diciembre 2008

Te fuiste...



Ayer te fuiste y sin darte cuenta me arrancaste un pedazito de ilusión, una pequeña vela de esperanza, y un poco de tu calor; calor que me diste al abrazarme y susurrarme que para ti no había nadie como yo. Ví como te dabas la vuelta, y el viento que ondulaba tu pelo negro me dió en la cara, ahondando un poco más los fríos sentimientos que paseaban por todo mi cuerpo; pero tardé unos segundos en darme cuenta… no se porqué razón siempre que vi tu pelo moviéndose al son del viento, algo en mí se quedaba en suspense.
Y es que te quería entera, cada parte de ti: las buenas, las malas (aunque creo que en estos dos años encontré pocas), las que conocía, y las que me quedaban por conocer también me gustaban.

Tenías magia… y esa magia iba contigo a cualquier sitio al que fueses como un guardaespaldas celoso, esa magia… parecía polvo de estrellas pero no podía serlo, existen demasiadas estrellas y tu eras única.
Miraste para atrás y creí que dudabas, pero sólo era para sentenciar lo que me acababas de decir. Tu sonrisa tenía un deje de disculpa que no terminaba de comprender con la razón, pero que mis sentimientos sabían que no podía ser bueno. Es irónico como sabemos clavar una puñalada y hacer que parezca un favor.
En fin, yo hice lo propio y me alejé lentamente del lugar sin responder con palabras ni gestos a tu última mirada. Lo último que recuerdo ya de ese encuentro, es el sonido de tus pasos alejándote, acompañando el ritmo de mis latidos, que disminuía progresivamente a la vez que tus pasos se oían mas lejanos… ambos a la vez. Cuando por fin te perdí de vista pensé que todo esto había sido interesante, y que sería buen tema para un libro… pero ya ves, hasta la imaginación me ha dejado sólo.

16 diciembre 2008

Caminando por Anasia I


Primavera


No puedo explicar cómo, pero la verdad es que de repente aparecí en el lindero de un bosque, que luego sabría que se llamaba Anasia, sin ningún tipo de recuerdos, sólo mi nombre y la consciencia de haber existido antes en algún otro lugar. Miré atrás pero no había nada más, no me refiero a nada en el estricto sentido de la palabra sino a nada relevante, sólo una llanura espaciosa y grande hasta donde llegaba la vista. Volví mi cabeza otra vez hacia el bosque y por un momento creí que los árboles se apartaban para hacerme un camino; en mi cabeza bailaban de la mano varios pensamientos: ¿Qué hago aquí? ¿Qué es este sitio? ¿Estoy solo? ¿Dónde voy?...
Creo que alguien tuvo que leer mis pensamientos porque en ese momento hojas a los pies de los árboles se arremolinaron frente a mí y señalaron hacia el interior del bosque. Arrugué los ojos tratando de ver lo más lejos posible, pero había muchos árboles y no podía ver bien; aún así el camino parecía seguro y decidí seguirlo.
Nunca podría haber imaginado que algo tan precioso existiera: verdes y altos árboles flanqueaban el camino y el suelo estaba recubierto de un césped muy cuidado, el sonido de un pequeño río que pasaba junto al camino era como si la naturaleza cogiera sus instrumentos y me mostrara su música. Sin parar de andar llegué a un pequeño arroyo donde me senté metiendo mis pies en la clara y refrescante agua; me desabroché la camisa y me tumbé a descansar un rato cobijado por la sombra de los árboles. Al poco tiempo estando a punto de dormirme sentí como algo pequeño se posó encima de mí; me incorporé rápidamente un poco asustado pero me calmé al darme cuenta de que era un pequeño pájaro. Sonreí, me miró y empezó a cantar; tardó poco en irse volando pero no me dejó solo, se acercó un ciervo a beber del arroyo y poniéndome junto a él le acaricié la cabeza. El ciervo también se fue al cabo de un rato y me quedé sentado mirando hacia arriba, cerré los ojos para oír mejor todos los sonidos a mí alrededor: el agua, el viento, los animales, las ramas de los árboles… hasta que oí un sonido grave y profundo que no conocía. Me levanté y miré a todas partes intentando ver quién lo hacía o de donde venía, pero se fue apagando lentamente antes de que consiguiera saberlo. Miré a mi alrededor pero ya no recordaba el camino por el que había venido; al otro lado del arroyo parecía haber una especie de camino, pensé que si lo seguía me llevaría a algún sitio con suerte habitado. Podría haber bordeado el arroyo, pero en ese momento me apeteció bañarme así que lo crucé a nado; ya en la otra orilla esperé unos minutos a secarme un poco y cuando me disponía a tomar el camino conocí a dos extrañas criaturas de las muchas que hay en Anasia. Una pareja de aves muy extrañas aparecieron en una rama de un árbol cercano; “Por ese camino entraste al bosque, ¿tan rápido quieres volver?” me dijo uno de ellos. Ambos me miraron esperando una respuesta, pero de mis labios sorprendidos no salía ninguna, ¡¡estos pájaros podían hablar!! “¿Te has quedado mudo?” Me preguntó el otro.”Eh…esto…no, no quiero volver, pero… ¿quiénes sois?” habría dicho qué sois, pero hubiera sido un poco maleducado pensé. “Somos tus dos Guardias Alados, como los de cualquier desconocido que entra en Anasia.”
Así que eran mis guardias, entonces ellos deberían conocer bien el bosque. “Si este camino fue por el que llegué hasta aquí ¿Por donde continua? No lo encuentro.”
Uno de los Guardias miró al otro y negó con la cabeza. El otro me miró y me dijo:

“¿No te has dado cuenta de que el camino sigue exactamente los pasos que tu marcaste?” Me quedé unos segundo intentando recordar, pero siempre había visto el camino delante mía, así que le dije que no había sido así, que nunca había visto el camino abriéndose a mis pies. El Guardia que me hizo la pregunta empezó a reir y el otro miró hacia abajo y al momento me miró y me dijo con un tono cercano a la mofa: “Eres un visitante muy divertido… y un poco lento. ¡Nadie dijo que se abriera a tus pies! Tu tenías en mente una idea, caminabas con un rumbo… le estabas indicando al bosque con tus pensamientos por donde tenía que crear tu camino.” No me esperaba esa respuesta… ¿significaba eso que el bosque conocía mis pensamientos, que estaba vivo? Pasaron varios minutos en los cuales yo estuve pensando en todo lo que había visto y oído en este bosque, los Guardias en silencio me observaban.
Un rugido de león retumbó en las cortezas de los árboles y los Guardias se fueron volando por entre las ramas. Una de las ramas por donde pasaron continuó agitándose cuando el resto alrededor ya estaban quietas; me quedé observándola, pero no entendía el porqué continuaba moviéndose sola. Casi sin darme cuenta una hoja seca cayó a mis pies, se detuvo en el suelo y se giró hasta señalarme con su parte mas estrecha. Me agaché a recogerla y ví que tenia un mensaje escrito con fragmentos diminutos de pétalos. En la carta se leía el siguiente mensaje:

Solo te pido que tengas en cuenta estos consejos:

1) Nuna pises las hierbas que no conoces.
2) Siempre ten en mente a donde quieres llegar.
3) Nada te hará daño si no se siente amenazado.
4) En este bosque, todos responden ante Rok.

Anasia

14 diciembre 2008

Carta

Querida Rhia:

Llevo tiempo pensando coger pluma y papel para escribirte, pero hasta hoy no he tenido valor. Por favor, no hace falta que respondas, en verdad preferiría que no lo hicieras, y en ese caso no leería tu respuesta… tu ya lo sabes.
Quiero pedirte perdón por todas las veces que te hice daño haciéndote creer que no confiaba en ti; cuando mi vida la habría puesto en tus manos sin vacilar. Mi razón era que a mi alrededor, cuando los árboles se secaban y el cielo se ennegrecía yo me escondía para que tu siguiera rodeada de un paisaje veraniego, donde no hubiera sombras, ni una mota de gris. Perdóname por no haber entendido que para ti ese gris del que quería retenerte era mi silencio; si lo hubiera comprendido antes, te habría cogido de la mano y te habría llevado por la orilla de la playa hasta donde brillan las nubes de color de caramelo.
Perdóname también por no haber sabido hacer las cosas mal. Quise ser tan perfecto y no dejar escapar nada, que inundé nuestra vida de agendas. Creo que si volviera a nacer no llevaría reloj, paraguas ni crema solar, y nunca más pronunciaría un “¿Y si…?”. Los mejores momentos que pasé junto a ti no siguieron una plantilla ni se encontraban en mi calendario.
Por último quiero que me perdones por no haberte demostrado lo que te quería. Nunca grabé en un tronco un corazón con nuestros nombres y sólo una vez te regalé un ramo de flores. No te dije “Te quiero” tantas veces como hubiera debido porque tenía miedo
de volverme débil y que se rompiera mi coraza; ahora me doy cuenta de que ya era “débil” y que el miedo era un poco a la felicidad, como un miedo a lo desconocido.
No me queda mas que despedirme; por favor no llores, no merezco ni siquiera una de tus lágrimas. Solo sonríe porque cada vez que lo haces a tus pies crece una flor. Se feliz Rhia, y sobre todo... olvídame.

08 diciembre 2008

NEGRO


Me estoy quedando ciego, los colores a mi alrededor se apagan y no quieren saludarme como todas las mañanas; solo el negro de la madrugada se digna dejarse ver.Pero... si lo pienso detenidamente, el negro es lo mejor que podria mirar ahora mismo. Es una mezcla imparcial de todos los demas colores que existen, cada uno trayendo un recuerdo o un sentimiento consigo:El rojo de la sangre que hervia dentro de mi.El azul de cuando me iba solo a mirar las olas.El verde de una fruta que aún no ha madurado.El amarillo que vistió Molière el día de su muerte.El blanco que tiñe mis sueños dejandolos vacios.En fin... no sirve de nada intentar evitar lo que me pasa al igual que seria inutil intentar cambiar la mentalidad de la mayoria de la gente. Es una pena, porque ellas ya hace tiempo que dejaron de ver muchos colores.